ULTREYA ANIVERSARIA
18/08/2013
HOMILIA DE LA MISA POR EL
LIV ANIVERSARIO
DEL MCC EN VENEZEZUELA
Apreciados Hermanos en Cristo: “Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos” (Heb 12,1-4)
“La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida:
En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura y,
después también, en el otoño y en el invierno de la vejez, en la hora de la
muerte” (Beato Juan Pablo II).
En ocasión de vivir el aniversario LIV del MCC en Venezuela, el cual
está signado por el primer cursillo de hombres realizado en la Arquidiócesis de
Caracas aquel 23 de Agosto de 1959, quisiera destacar este momento tan especial
y, a la vez, gratificante: les invito a que imaginariamente volvamos por un
instante a los sentimientos y palabras de aquella clausura jubilosa, que marcó
el inicio de toda una revolución humana y espiritual en toda nuestra patria, y
de la cual hoy cada uno de nosotros es testigo vivo de una historia de
salvación iniciada hace cincuenta y cuatro años.
Les pregunto y me pregunto: Como miembros vivos y actuantes del MCC en
Venezuela y, específicamente en esta Arquidiócesis, ¿existirá en este momento
sentimientos de gratitud, de generosidad y manifestación de la vida de Dios,
que nos lleven a una acción de Gracias en este día?
Me imagino esos primeros pasos, ese desafío y el entusiasmo que llevó al
P. Gil a sembrar cursillo en estas tierras; experiencia que se propagó
rápidamente en toda nuestra patria, pese a una fe adormecida, una religiosidad
popular que no terminaba de centrar la existencia del hombre en Dios, aunque de
alguna manera lo buscaba; un hombre de espaldas a Dios pero que estaba enterado
de su existencia, que sabía que Él estaba allí. Podemos decir que en esos años
de 1959 había un campo fértil que el cursillo supo explotar eficazmente.
Hoy la realidad es totalmente opuesta: “Asistimos a una profunda crisis
de fe, ante una pérdida del sentido religioso, que constituye el mayor desafío
para la Iglesia de hoy”. Este diagnóstico de Benedicto XVI nos obliga
hoy a responder a una pregunta que no es nueva: ¿sigue siendo la Fe la
posibilidad más radical y humana para el hombre, justo en un momento en el que
éste parece alcanzar sus deseos por caminos más mundanos y secularizados?...
Más allá de la respuesta, lo que nos debe interesar es la pregunta misma
y el empeño por buscar, entresacar, redescubrir esa posibilidad de fe en el
hombre de hoy, lo cual nos permitirá detectar la situación nueva que nos toca vivir: la increencia como mentalidad
dominante y una sociedad donde lo que se cuestiona, precisamente, es la fe en
Dios.
La crisis de fe es cultural; no es tanto una actitud determinada contra la
misma fe, sino una atmósfera que logra formar una mentalidad propia de nuestra
época, la cual ofrece una libertad desvinculada de valores, de reglas, de
normas objetivas y que invita a rechazar todo lo que suponga un límite a los
deseos momentáneos. Pero este tipo de propuesta, en lugar de conducir a la
verdadera libertad, lleva a la persona a ser esclava de sí misma.
Podemos decir que no hay hoy, un problema de herejías doctrinales, sino
de indiferencia existencial en torno a la fe y a su forma explícita de
confesión eclesial. La cultura y el andamiaje social sobre el que se asentaba
la fe cristiana, como conjunto unitario o base común, se han roto, se ha
perdido… El hombre sin Dios está desorientado en medio de tantas ofertas
sectarias que se presentan a la carta… Ahora es un momento nuevo: la cultura y
la sociedad, sin ser pre-cristianas, ya no son decisivamente cristianas, sino
post-cristiana y hasta anti-cristianas.
Algunos siguen siendo tradicionalmente cristianos pero, de hecho, viven
en medio de la sociedad como si no lo fueran; dejan su realidad de creyente exclusivamente
para el ámbito de lo privado y familiar, sin convicción ni decisión para impregnar
esta forma de vida a sus actividades cotidianas, al entorno donde se juegan las decisiones
fundamentales, es decir nuestro contexto vital, en el cual hoy Dios nos pide
seguir fermentando de Evangelio nuestros ambientes.
Mirando hoy el trayecto y la manifestación de la Gracia en 54 años de
Colores en Venezuela, seguimos convencidos de que el MCC continúa siendo una
herramienta tan eficaz como lo fue en sus inicios; que su Carisma, Mentalidad,
Esencia, Finalidad y Método son la respuesta a los desafíos del hombre actual.
También somos conscientes de que, para dar una respuesta concreta y efectiva a
estos desafíos, es necesario transitar el” Camino de Santidad”.
En el hombre espiritual se actualiza la presencia amorosa de Dios, para
que, a través de nosotros, esa presencia pueda encarnarse en el mundo por medio
de nuestro compromiso y acciones en la historia de hoy, la cual es también
historia y tiempo de salvación. El verdadero protagonista de la acción espiritual
del hombre es el Espíritu Santo, quien nos dispone a vivir la gracia de Dios, y
a buscar nuestra mayor santificación.
Convencidos de esta realidad, es necesario que demos un paso más allá
como dirigentes comprometidos en el apostolado que realizamos desde el MCC;
para ello es imprescindible vivir plenamente los valores emergentes de nuestro
carisma como Movimiento Eclesial.
Apreciados dirigentes del MCC en Venezuela, la mejor respuesta a la
convocatoria del Papa Emérito Benedicto XVI, ya casi finalizando el año de la
Fe, es esforzarnos por incrementar y alimentar nuestra vida interior, para que
podamos vivir de acuerdo al modelo: Cristo, el Señor. Al adherirnos a Él
lograremos, por ÉL y en Él, evangelizar al hombre para transformar el mundo y
sus estructuras. Este es hoy, y seguirá siendo siempre, nuestro reto
evangelizador como Movimiento Eclesial: Conducir al hombre actual a un
encuentro impactante consigo mismo, con Dios y con los demás…
Que estos 54 años de Vida apostólica del MCC, nos impulsen a seguir apostando
por un crecimiento integral en lo humano y espiritual, es decir a cultivar una formación
continua y permanente y a probar una profunda experiencia de Dios en nuestras
vidas y nuestros ambientes.
Hoy cuando celebramos nuestros 54 aniversario, apreciamos que el Señor
nos ha regalado tantos eventos especiales para acrecentar nuestra fe: la
elección del Papa Francisco, el Año de la Fe, el quincuagésimo aniversario del
Concilio Vaticano II, el Sínodo sobre la nueva evangelización y la trasmisión
de la fe cristiana; por lo que estamos seguros de que existen motivos suficientes
para seguir agradecidos a las bondades de Dios.
Para concluir, quiero destacar lo expresado por el Papa Francisco en la
Misa de Pentecostés, en la Plaza san Pedro, con referencia a los movimientos
Eclesiales:
“Quisiera dar las gracias a todos los movimientos, asociaciones,
comunidades y organizaciones sociales” ¡Ustedes son don y una riqueza para la
Iglesia! ¡Esto son ustedes! ¡Tengan siempre la alegría y la pasión por la
comunión en la Iglesia! ¡El Señor resucitado esté siempre con ustedes y que la
Virgen los proteja!
Hoy, hago mías estas palabras con relación a todos ustedes, queridos
Dirigentes del MCC.
¡DE COLORES!...
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